Mi viaje comenzó unos cinco meses antes de la partida, cuando durante las vacaciones de Navidad leí en la web de Sea Kayaking Cornwall que Jeff Allen tenía previsto hacer una expedición a Alaska en el mes de Junio 2012 y había seis plazas disponibles. Reservé una de ellas, compré anticipadamente a buen precio los vuelos Madrid-Los Angeles-Anchorage y comencé a soñar.
Hice una larga lista de preguntas por resolver, analicé tiendas de campaña de cuatro estaciones, compré una y vendí la mía, de tres; compré un hornillo y un nuevo saco de dormir, completé las capas base de ropa que me faltaban, y mil detalles mas; busqué literatura e información sobre travesías en kayak en Alaska, analicé y descargué mapas del servicio geológico de Estados Unidos, recorrí webs sobre nutrición y tiendas y supermercados que vendiesen la comida apropiada leí sobre los alimentos que las aduanas permiten entrar en Estados Unidos y cuáles no, hice listas del material a llevar, que corregí mil veces, lo pesé y lo probé todo, lo metí en bolsas estancas y lo metí en mi kayak a ver si entraba, miré el clima esperado, contraté un seguro de viajes y, en fin, disfrute como un enano.
Y todo estuvo a punto de truncarse dos días antes de coger el avión.