Luego me acuerdo de Santa Bárbara cuando truena, por ejemplo al crujir de la fibra sobre una roca inesperada, o en el golpeo seco de la popa al entrar una ola súbita dentro de una cueva. Por unos instantes me asusta la posibilidad de enfrentarme a una grieta en circunstancias delicadas.
Estos días he estado revisando cómo se construyen los kayaks de Tiderace, y agradezco la prioridad que le dan a la robustez de fabricación, conscientes de que el mar es impredecible y que deben estar preparados para un trato "abusivo".
* Construcción del casco al vacío, lo que optimiza el empleo de materiales usados, reduce el peso del
kayak y aporta una mayor calidad y resistencia de acabados.
* Empleo de un de núcleo central (el laminado Soric SF2) que aporta una mayor robustez con menos
peso.
* La unión de las láminas de fibra se realiza con una resina Epoxy especialmente formulada, mucho más
dura que las habitualmente utilizadas de polyester y vinylester.
Como consecuencia, se reduce significativamente el rayado, agrietado o agujereado del casco con los
roces o golpes contra rocas. Aunque el kayak perdiese todo su gel coat, la fibra permanecería
impermeable y "sin arrugas", para navegar sin problemas.
* La unión entre el casco y la cubierta se hace solapando ambos laminados, y reforzando con cinta tanto
el exterior como el exterior de esta unión.
* También se refuerzan especialmente aquellas zonas del casco y de cubierta que reciben más trato
(quilla, proa y popa, mamparos de división, etc.)
Pues eso, que son sólo 7 u 8 láminas las que nos separan del agua, o de las rocas, que nos hacen de escudo, y es bueno sentirse bien protegido, por si acaso.